“Nos pararon toda la cosecha de soja”. La frase, cargada de impotencia, pertenece a Horacio De Donatis, productor agropecuario e integrante de la Sociedad Rural de Colón, Buenos Aires. Desde hace más de una semana, en ese partido bonaerense una protesta de camioneros locales contra la cerealera Cargill ha impdido el ingreso de camiones a los campos para trasladar la producción.
Como consecuencia, los productores hacen lo que pueden: algunos embolsan los granos con equipos prestados, otros guardan la mercadería en silos de los vecinos. Pero la situación es crítica. “Los productores chicos somos los que más estamos sufriendo, porque no contamos con embolsadora. Estamos cosechando y trasladando la soja en carros a plantas cercanas, como se puede”, relató De Donatis en diálogo con LA NACION.
La medida de fuerza de los transportistas, que no bloquean rutas ni plantas, pero piden a los camioneros de la zona no levantar cereal, se originó por un conflicto entre el Centro de Camioneros de Colón y la empresa Cargill. Según explicaron desde el gremio, la cerealera decidió reducir de forma unilateral la participación de los transportistas locales en la carga de cereal, al 25% del total —cuando históricamente era del 100%— y ofrecer una tarifa por debajo de lo habitual. LA NACION consultó en la cerealera sobre el tema, pero no tuvo respuestas hasta el momento.
“El problema está vinculado a un conflicto con Cargill”, explicaron en el Centro de Camioneros local. “Siempre, antes de cada cosecha, nos reuníamos con ellos y se fijaba una tarifa según lo acordado en La Plata o Buenos Aires. Pero el año pasado, en septiembre, nos dijeron que solo íbamos a tener el 25% de la carga, y que la tarifa era de 18.000 pesos. Era eso o nada”, dijeron.
La situación, ya tensa durante la cosecha de trigo, se desbordó con la campaña gruesa. De los 50 camiones que normalmente cargaban en la planta de Cargill, solo cuatro o cinco eran de Colón. “Ahí los camioneros se dieron cuenta de que ni siquiera se estaba cumpliendo ese 25% prometido. Entonces decidieron manifestarse: se pararon en la banquina frente a la planta, sin cortar la ruta ni bloquear el ingreso”, relataron.
El reclamo no es solo por el trabajo perdido, sino también por el precio del servicio. “Nunca ofrecieron una instancia real de negociación. Siempre fue: ‘Esto se hace así. Si quieren trabajar con nosotros, es con esta tarifa’. Pero lo que ofrecían era muy bajo en comparación con lo que pagan otros acopiadores de la zona”, aseguró.
Desde entonces, se pidió a todos los camioneros de la zona que no salieran a trabajar, para que la protesta tuviera fuerza. “La idea nunca fue frenar la cosecha, sino visibilizar el reclamo. Se avisó a los acopiadores que, si no había una solución, no iban a tener camiones disponibles”, detalló.
Sin embargo, los efectos llegaron en un momento clave para el campo: la recolección de la campaña gruesa. “La soja no puede esperar. En una semana se empieza a abrir. Es el único tiro del año que tenemos, y justo ahora la frenan. Es una locura”, se lamentó De Donatis.
Algunos productores comenzaron a improvisar soluciones. “El que tiene un silito o una embolsadora, más o menos zafa. Pero la mayoría no tenemos. Yo tengo silos, pero los tengo con maíz. No tengo dónde meter la soja. Y entonces te das cuenta de que está todo el mundo igual”, describieron.
En medio de la tensión, el lunes por la tarde Cargill convocó a una reunión. “Cada parte expuso lo suyo. Cargill hizo una oferta, los camioneros presentamos una contraoferta. Quedamos en que iban a responder hoy por la mañana, pero hasta ahora no tuvimos novedades”, explicaron. Según trascendió, la propuesta de la cerealera se acercaría bastante a las pretensiones del centro de camioneros.
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