En un claro mensaje a la CGT tras el primer paro nacional contra la administración de Javier Milei, el Gobierno desplazó este jueves a las autoridades de la Superintendencia de Servicios de Salud. Se trata del titular del organismo, Enrique Rodríguez Chiantore, y el gerente general Nicolás Striglio, designados por la actual gestión y con un perfil más dialoguista con los gremios. En sus lugares asumirán Gabriel Oriolo y Claudio Stivelman.
El cambio se hizo a menos de 24 horas de la medida de fuerza, lo que implica un mensaje a los líderes sindicales, más allá de que la explicación que dio el Gobierno fue que «no se estaba avanzando en los objetivos» en el organismo y que el vocero presidencial, Manuel Adorni, dijo que «lejos está de ser una venganza». Es que la Superintendencia, que maneja una caja millonaria de fondos que necesitan las obras sociales sindicales, es la encargada de llevar adelante la desregulación del sistema de salud que impulsa Milei y, en consecuencia, foco de atención de los gremios.
Lo curioso es que tanto la ministra de Capital Humano, Sandra Pettovello, ni en la Secretaría de Trabajo, a cargo de Omar Yasín, a cargo del vínculo formal con la CGT, estaban avisados de los cambios. «Esto lo decidió el Presidente y el jefe de Gabinete (Nicolás Posse) directo, ni siquiera (el ministro de Salud, Mario) Russo«, aseguró a este diario una fuente bien informada. En Salud abundaba el desconcierto por el proceso en el que se definió, más allá de que el decreto lleva la firma del ministro y que desde su entorno refrendaron los dichos de Adorni: «Esto no tiene nada que ver con el paro».
Pero la decisión también tomó por sorpresa al propio Rodríguez Chiantore, que hasta este martes trabajaba en resoluciones, normas y decretos que necesitaba para su área. «Es injusto que le atribuyan no haber cumplido ó por falta de resultados«, indicó un allegado al experto en Salud, un dirigente de larga trayectoria y parte del equipo de la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich.
Diversas fuentes coinciden en que el promotor de este cambio a Posse, quien a instancias del Presidente ordenó endurecer el vínculo con los gremios. Uno de los asesores del jefe de Gabinete es Mario Lugones, socio del histórico operador radical Enrique «Coti» Nosiglia y padre de Rodrigo, un consultor polirubro de estrecho lazo con el asesor estrella de Milei, Santiago Caputo.
Lugones, presidente de la Fundación Sanatorio Güemes y secretario de la Federación Argentina de Prestadores de Salud, sonó como uno de los candidatos a conducir el área de Salud, pero finalmente Milei se inclinó por Russo, luego de que Eduardo Filgueira Lima, con quien venía trabajando y referente en salud durante la campaña, renunciara a La Libertad Avanza.
El Ministerio de Salud, que en principio iba a ser secretaría, fue uno de los sectores con más suspenso en la designación de autoridades. Finamente, horas antes de la asunción de Milei en la Casa Rosada, se definieron los nombres. Y Chiantore se quedó con el cargo, secundado por Striglio.
Desde el área de Salud, se limitaron a indicar a Clarín a que los cambios responden a que había «diferencias de criterios» y al descontento de la Casa Rosada porque «no se estaba avanzando en los objetivos que se habían planteado desde el Poder Ejecutivo» para el organismo, que regula a todos los actores involucrados en el sector de la Salud (prepagas, obras sociales).
No obstante está detrás la cuestión política y la pelea con la CGT: Rodríguez Chiantore, quien había tenido un paso como jefe de Gabinete de Jorge Lemus durante la Presidencia de Mauricio Macri; y Striglio, que en la gestión de Alberto Fernández había tenido un rol en la Súper (era gerente de Control Financiero) y fue ascendido a gerente general por Milei, no fueron objetados por la cúpula gremial. En especial por José Luis Lingieri (Obras Sanitarias), el termómetro de la voluntad de la central obrera en materia de Salud.
No era un asunto menor la opinión de los popes. Vale el repaso: en diciembre, antes de que la central obrera convocara a un paro y en medio de la cruzada contra los piqueteros, la Casa Rosada tenía una mirada positiva de los gremios. Tanto que el propio Milei resaltaba en privado que los sindicalistas «no» eran «parte del problema de la Argentina» y que, a diferencia de otros sectores políticos, «sí la ven».
En consecuencia, el viraje abrupto de esa relación bien puede explicar los cambios. Quienes conocen el estrecho vínculo entre los gremios y el área de Salud recuerdan, con cierta malicia, que Rodríguez Chiantore ya vivió una situación similar durante el gobierno de Cambiemos: Macri le pidió la renuncia en medio del segundo paro nacional que le realizó la CGT, en diciembre de 2017.
En cambio, Oriolo y Stivelman son mirados con más desconfianza por los gremios: el primero se desempeñó hasta el mes pasado como gerente de procesos y operaciones de la prepaga OSDE.
Sin mencionar detalles de las compañías en las que se desempeñó, en su informe de presentación de Oriolo, el Gobierno consignó que tiene 57 años, es licenciado en Administración de Empresas y y tiene un largo recorrido en el sector previsional y de seguros. Estuvo a cargo de áreas de Procesos y Sistemas, prestaciones médicas y Desarrollo estratégico.
Stivelman, por su parte, es un médico con 42 años de trayectoria. En los últimos 36, además, se desempeñó en funciones de seguridad social y manejo de obras sociales: en rigor, fue gerente del Instituto de Obra Social de las Fuerzas Armadas.